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Siempre se dice que llegar a la cima es fácil, y que lo difícil es mantenerse. Para Luis Miguel, ambos desafíos parecen sencillos: llegó al éxito siendo adolescente en los años ’80 y ahora acaba de demostrar su vigencia con un espectacular recital en el estadio Movistar Arena. Eligió Argentina como el país para dar el puntapié inicial a una gira mundial que luego se desarrollará por Chile, Estados Unidos y México. La enorme expectativa por verlo se tradujo en localidades agotadas en tiempo récord, aquí, allá y en todas partes. Visiblemente más flaco, con riguroso traje negro y corbata al tono sobre una camisa blanca, Luis Miguel no paró de sonreír y saludar a su público entre una canción y otra. A pedido suyo, el escenario fue especialmente bajo para que pudiera estar cerca de la gente, a la que le habían repartido pulseras luminosas al estilo Coldplay.